Ahora que la mayoría de nosotros estamos confinadas y confinados en casa, mientras aceptamos la magnitud de esta situación colectiva externa, la palabra «oración» destaca en mi corazón y parece tener más sentido que nunca.
¿Pero, qué es realmente rezar? Me encantaría compartir mi experiencia y reflexiones contigo.
La oración para mí es una forma única de describir la conexión interior viva. Experimento la oración como un cosquilleo, un movimiento, una vibración, un flujo entre mi espacio interno único e íntimo, y todo el universo.
La oración, podríamos decir, es una meditación sanadora activa o expansiva. Si bien contiene los misterios de una semilla latente, en su total quietud y tranquilidad, también está cubierta de hilos dorados invisibles conectados a todo el universo, alimentándose activamente entre sí, interconectados, solidarios en direcciones infinitas.
La oración no contiene el impulso o la necesidad de mejorar y no es una práctica basada en tratar de arreglar el propio ‘desorden’ interno. No se trata de observar la respiración, o mantener una postura específica, sino más bien de cultivar el arte de volvernos humildes, vulnerables y abrazar con dignidad los grandes misterios de la vida.
Mientras rezamos, todavía podemos permanecer simultáneamente en lo desconocido y, paradójicamente, estar en paz con todo. El objetivo de la oración no es resolver nuestras preguntas o encontrar una salida a nuestra incomodidad o las tragedias del mundo, sino más bien encontrar una frecuencia de amor que existe a través de todas las olas de la vida.
La oración es gratitud y conexión, vitalidad y profunda unión.
Una imagen que encuentro útil es la de una vela brillante en mi corazón, simplemente ofreciendo su luz al mundo mientras siento su calor y su brillo en mi interior. Quizás una buena manera de comenzar a orar es volviéndote íntima contigo misma, sosteniendo tu vela interior como una forma de sostener tu propio corazón tal como es, con toda su belleza, vulnerabilidad y potencial.
Luego, desde este lugar íntimo e interno, conéctate con la alegría de expandirte hacia afuera, llegando lentamente primero a las personas y lugares que conoces y amas, y luego más allá de lo que te es conocido o te resulta familiar.
Esta es una invitación para gozar: te propongo no solo guardar un momento de tu día para la oración o la meditación, sino preservar encendida tu vela interior durante todo el día, manteniendo vivo el vínculo entre tu espacio interior sagrado y el mundo entero.
Ni siquiera necesitas saber cómo hacerlo, simplemente puedes jugar a encontrar caminos hacia tu propio corazón y luego abrir las puertas para que una conexión más amplia pueda suceder.
Se trata de abrirte a lo que podríamos llamar fuerzas más grandes o energías más sabias: Amor, Dios, Fuente …
En realidad, podríamos decir que la oración es despertar a lo sagrado de la vida y abrazar a la Diosa interior.
A medida que nos convertimos en nosotras o nosotros mismos y descubrimos el gozo de vivir conectados, la oración cobra vida en nuestro corazón y se convierte en una canción continua que une el mundo interior y el exterior. Nunca dejamos de orar, y el mundo bebe de esta energía sanadora.
A medida que vamos redescubriendo el poder de la oración, se nos abre la oportunidad de valorar nuevamente estas formas más sutiles de intimar y apoyarnos mutuamente, más allá de la necesidad del encuentro físico o de la conexión a través de Internet, como lo hicimos durante milenios.
Podemos comenzar a entender que quizás nosotros, como individuos y como sociedad, necesitamos volver a honrar a las personas totalmente dedicadas a la oración, como monjas y monjes, ermitaños, mujeres y hombres medicina, místicos y sabios.
Quizás es el momento de darnos cuenta de que las energías que nos mantienen a nosotros y a nuestro mundo con vida no son la economía o la política, sino las que emanan de personas que están profundamente conectadas, siendo plenamente ellas mismas, viviendo desde el corazón en constante gratitud y oración.
Ojalá que todos podamos mantener encendida nuestra llama interior y convertirnos en un puente, una canción, mientras nos inclinamos ante lo sagrado en todo.
Con amor
Gemma Polo Pujol
Con inmensa gratitud a Sophia Style por animarme a escribir y ayudarme con la edición del texto.
Para saber más sobre Gemma y lo que ofrece puedes visitar su página www.gemmapolopujol.com